lunes, 24 de agosto de 2009

COMETAS EN EL CIELO:AUTOR: Khaled Hossini


Sobre el telón de fondo de un Afganistán respetuoso de sus ricas tradiciones ancestrales, la vida en Kabul durante el invierno de 1975 se desarrolla con toda la intensidad, la pujanza y el colorido de una ciudad confiada en su futuro e ignorante de que se avecina uno de los periodos más cruentos y tenebrosos que han padecido los milenarios pueblos que la habitan. "Cometas en el cielo" es la conmovedora historia de dos padres y dos hijos, de su amistad y de cómo la casualidad puede convertirse en hito inesperado de nuestro destino.Obsesionado por demostrarle a su padre que ya es todo un hombre, Amir se propone ganar la competición anual de cometas de la forma que sea, incluso a costa de su inseparable Hassan, un hazara de clase inferior que ha sido su sirviente y compañero de juegos desde la más tierna infancia. A pesar del fuerte vínculo que los une, después de tantos años de haberse defendido mutuamente de todos los peligros imaginables, Amir se aprovecha de la fidelidad sin límites de su amigo y comete una traición que los separará de forma definitiva. Así, con apenas doce años, el joven Amir recordará durante toda su vida aquellos días en los que perdió uno de los tesoros más preciados del hombre: la amistad.

viernes, 21 de agosto de 2009

Ensayo : “El trabajo del blanco no acaba nunca”

M. Fernanda G.M.

Autor : Guy Rossatanga-Rignault

¿Son los negros perezosos?

En un nuevo ensayo - sin traducción española, por el momento - con elocuente título, Guy Rossatanga-Rignault profundiza en lo que constituye uno de los prejuicios más arraigados entre africanos y occidentales.

Inagotable fuente de clichés, la idea del rechazo tanto al trabajo como al esfuerzo por parte del negro se ha asentado en el ánimo de los occidentales de tal modo que ha dado lugar a una expresión muy utilizada en África: “el trabajo del blanco no acaba nunca”.

La obra de Rossatanga, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad “Omar Bongo” de Libreville, Gabón, plantea una reflexión sobre el concepto de la temporalidad - de sentido lineal para el blanco y cíclico para el africano - y sus consecuencias en el trabajo moderno.
Según esto, si el africano ha llegado a considerar interminable el trabajo del blanco es debido a que se parte de una lógica temporal diferente de aquélla que estructura las sociedades tradicionales africanas. Una percepción fuertemente influida por las condiciones en las que irrumpió la nueva forma de trabajo en África, a saber: la esclavitud tras la colonización.

Para el intelectual gabonés, el trabajo moderno se inscribe en un tiempo lineal, muy diferente del tiempo cíclico existente en la esfera cultural africana en general.
Las lenguas vernáculas así lo demuestran; los laris del Congo y los hutus de Ruanda, por ejemplo, utilizan la misma palabra para hablar de ayer y de mañana. Esta concepción del tiempo se basa esencialmente en la idea de lo sagrado; la existencia humana es concebida como una integración en la naturaleza misma, en donde los ritos se ven marcados por fenómenos cíclicos al estilo de las mareas o las estaciones del año, que reproducen el eterno renacimiento.

Nuestra cultura cristiana, de manera opuesta, ha favorecido desde siempre un punto de vista capitalista de la gestión ligada al trabajo y al tiempo; el tiempo lineal visto como una corriente que fluye inexorablemente río abajo desde su origen, es decir, desde el pasado hacia el futuro.
A este modo de pensamiento se asocia estrechamente la idea de progreso, como explica Guy Rossatanga, “una idea que intuye que la historia tiene un solo sentido, aquél que conduce hacia el porvenir, el desarrollo, la redención, el paraíso o la noche eterna.” En esta acepción, “el tiempo lineal es el de la modernidad occidental”, concluye.

En función de las distintas culturas, el “otro” puede aparecer bien como exaltado o como perezoso. Ya desde sus primeros contactos con Occidente, los africanos percibieron a los blancos como gente permanentemente apresurada, corriendo siempre de aquí para allá y que incluso utilizan la expresión “ganar tiempo”, inconcebible en el universo tradicional africano.

Del otro lado, el negro es apreciado a menudo como un ser lento y apático que nunca tiene prisa; algo que ellos mismos confirman con la expresión: “los blancos tienen reloj, nosotros tenemos el tiempo”.
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Queda por saber si estas dos percepciones son acaso irreconciliables.

“Le travail du Blanc ne finit jamais” lo edita Dianoïa y su precio es de 14´25 €.